Foto tomada de aquí
Ya que estamos explorando los temas de xenophobia, discriminación social y racismo en clase, yo quería compartir una experencia en que yo conformé al estereotipo de una gringa y sufrí las consecuencias.
Me mudé a Panamá a los diez y siete años, y allí experimenté la libertad por primera vez. Los primeros meses eran un torbellino de besos en la cara, Ron Abuelo (el ron nacional panameño) y merengue. Pero, muy pronto me di cuenta que toda la vida en un país extranjero no siempre es una fiesta. Después de lamentar por unos segundos, se me olvidó este pensamiento sabio.
Saltamos unos meses y estoy mirando un caballo. Es una bestia extraña y estoy dos horas de viaje de la ciudad. De una manera que se me pasa por alto, mis amigos me han convencido a montar dicho animal. Les digo,
“¡Yo soy de la ciudad! ¡Yo no sé la diferencia entre un toro y un caballo, no puedo hacer esto! Él tiene odio en sus ojos.”
“Tranquila, él está a punto de morir. No te va a arrojar a un árbol como dices.”
Después de unas ofertas para darme uno de los tranquilizantes de mi caballo, me monto y salimos corriendo. Me siento como una reina de Narnia, una princesa medieval. Y, de repente, me doy cuenta que estoy sola al crepúsculo.
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Yo cruzo ríos, me desmonto sola por primera vez y doy una bofetada a la nalga de mi bestia. Pero, me he perdido, y nada de esto funciona. Cuando estoy maldiciendo a mis papas por no instalar un chip de GPS en mi cuello cuando era bebé, me encontro con un grupo de los trabajadores en el campo.
“¡Ayudenme por favor! ¡Cómo regreso a la casa principal? Hay mosquitos grandotes por todo mi cuerpo. ¡Me urge mucho!”
Me dan direcciones y salgo muy agradecida. Por fin mis amigos me encuentran y me dicen que me dieron direcciones para la carretera.
Pudo haber sido por el color de mi piel, mi acento, o simplemente para burlarse de un extranjera estúpida. En todo caso, aprendí una lección importante: prefiero las películas de la equitación.
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Lectura avanzada: Stuff White People Like
Autora: Rachel B.