
Quiero comentar sobre el reciente anuncio sobre la visita del Papa al continente africano… Otra vez el Vaticano ha condenado el uso de anticonceptivos como método para aliviar el sida.
Antes de seguir, quisiera aclarar algo; entiendo que los anticonceptivos no van a resolver este problema en sí. Sin embargo, es una ayuda más, aunque sea poco. También, respecto a la clase de Pensamiento Político del jueves pasado, quisiera explicar que estoy totalmente de acuerdo con el hecho de que carecemos de autocontrol por la pérdida de las virtudes, pero esta realidad es, desafortunadamente, el mundo en vivimos.
Es cierto que el Papa, como el representante más importante del Vaticano y el catolicismo, simplemente no puede decir que está a favor del uso del preservativo. Sin embargo, tampoco tiene el derecho a condenar a la muerte millones de africanos. Esto es impedir la vida tanto como el aborto o el uso de anticonceptivos. En este caso sería mejor no apoyar ni condenar esta práctica, dejando la elección a cada quién. La verdad es que no toda la población africana va a practicar la abstinencia, pero eso no quiere decir que merece la muerte de millones de habitantes.
Además hay casos especiales, por ejemplo, las víctimas de la violación que se encuentran con la infección y la pasan a otros, mediante el sexo sin protección. ¿Y qué pasa con los niños que nacen ya con la enfermedad?
Un punto final es que la Iglesia católica tampoco apoya la guerra, pero como hemos visto, lo permitió en las circunstancias excepcionales de las Cruzadas (entre los siglos XI y XIII). ¿No será esta una situación de emergencia, en la cual la Iglesia podría ver que es peor perder tantas vidas humanas que oponer una de las pocas herramientas que ayuda en la reducción del sida? ¿O es poco realista atribuir tanta importancia a la doctrina del Vaticano hoy en día?
Autora: Nicola McCausland